Acerca de las playas de Bandol
Probablemente más conocido por producir el famoso vino AOC del mismo nombre, Bandol es uno de los mayores y más antiguos balnearios de la costa francesa.escritores como Thomas Mann, Aldous Huxley, Katherine Mansfield y Marcel Pagnol, y estrellas como Mistinguett, Raimu y Fernandel eran muy conscientes de los encantos de Bandol como lugar de vacaciones, mucho antes de que Brigitte Bardot descubriera St Tropez.El pequeño y tradicional pueblo costero provenzal ha crecido desde entonces, y hoy en día el puerto deportivo de Bandol cuenta con 1.500 amarres que albergan embarcaciones de todos los tamaños, desde yates hasta barcos de pesca profesionales.
Playa:
Hay varias playas de arena en Bandol, así como las calanques (calas y riachuelos más pequeños) salpicadas a lo largo de la costa, algunas accesibles sólo en barco.La Plage du Lido, la Plage du Casino y la Plage de Rènecros son las principales playas, y las más concurridas.Hay una buena oferta de deportes acuáticos, como la vela, el esquí acuático, el kayak de mar, el windsurf, el submarinismo y la pesca de altura.
Más allá de la playa:
Las excursiones en barco a la isla de Porquerolles, o a Cassis y las Calanques son excursiones populares desde Bandol.o se puede dar un paseo por el Litoral Sentier entre Bandol y St Cyr sur Mer (12km/7 millas), una ruta de senderismo que serpentea por la costa.El sendero bordea el mar y las rocas, abriéndose en algunas calas tranquilas. Si le apetece jugar al golf, pruebe el campo de Frégate, route de Bandol en la cercana Saint-Cyr-sur-Mer.
Diversión familiar:
La vela y el kayak de mar son dos actividades muy populares entre los niños mayores. El parapente, la bicicleta de montaña, el tenis y la equitación también están disponibles en o alrededor de Bandol. Los exóticos jardines y el zoológico (route de Sanary-sur-Mer) atraerán a los niños más pequeños.
Explorando más:
Los dos pueblos de las colinas de La Cadiere y Le Castellet merecen una visita. Ambos pueblos medievales han conservado el encanto de tiempos pasados. Explorando sus estrechas calles empedradas (¡advertencia: esto puede implicar unos escalones empinados!).) dará lugar a tesoros eternos, ya sea el suave gorgoteo de una pequeña fuente en una plaza sombreada en un caluroso día de verano, o el alboroto de colores que adornan uno de los muchos balcones llenos de flores.
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